jueves, 22 de octubre de 2009
las manos moreteadas, se le notaba de lejos que la sangre se había coagulado, se le veían pálidas y parecían estar frías, sostenían un libro que cayó al suelo suave, casi como una pluma, despacio , oscilando.
Cuando el libro de cuerina tocó el suelo se abrió por la mitad, el polvo se escurrió rápidamente, solo había escrita una palabra en la hoja violácea. "ARIEL"
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